Mi visión utópica del centro va muy relacionada con mi visión de ciudad, una ciudad compacta y diversa. Es decir me inclino por la ciudad más espacial que horizontal, casi se podría decir que contrario a los fenómenos de urbanización que se están viviendo en estos momentos en la ciudad. En los cuales por buscar una reducción en el costo del terreno, o en algunos casos de estratos altos, un fenómeno pro-suburbio gringo, no se piensa en la calidad de vida que se les está ofreciendo a estas personas que viven a distancias bastante considerables del trabajo, educación o espacios de sus actividades cotidianas.
El centro debería se un laboratorio de evolución urbana (en cierta forma lo ha sido en casos puntuales), en el cual la densidad urbana fomente la interactividad y el uso masivo de espacio público. Y que las zonas no puedan ser definidas por usos, sino que cada edificio cuente con todas las ofertas, de tal forma que las actividades cotidianas de una persona o una familia queden a distancias lo suficientemente cortas que no requieran de transporte motorizado, es decir menos tráfico y menos contaminación.
Me imagino una ciudad de torres que cuentan con plataformas de servicios mixtos (comercio, recreación, educación, etc.), donde no hay un ‘centro’ comercial definido sino una plataforma continúa a lo largo de toda una manzana. Que en su terraza cuente con espacios verdes para el ocio y la contemplación, que sirvan de filtro para las residencias u oficinas en los pisos superiores. Tal vez si viene al caso, como en las torres de Marco Fidel Suárez en Medellín, y en una menor medida, las Residencias Sabana en el centro de Bogotá.
El peatón cobrará importancia en el momento que todos los servicios estén a su alcance, y los horarios de usos queden abolidos. De tal forma que la ciudad realmente no duerma, y no existen momentos muertos durante 24 horas en una zona de la ciudad (fenómeno que es muy común en todas las ciudades). Se debe fomentar el uso intensivo del espacio urbano, fomentando la interactividad entre sus habitantes y reduciendo la entropía urbana de nuestras ciudades actuales.
El centro debería se un laboratorio de evolución urbana (en cierta forma lo ha sido en casos puntuales), en el cual la densidad urbana fomente la interactividad y el uso masivo de espacio público. Y que las zonas no puedan ser definidas por usos, sino que cada edificio cuente con todas las ofertas, de tal forma que las actividades cotidianas de una persona o una familia queden a distancias lo suficientemente cortas que no requieran de transporte motorizado, es decir menos tráfico y menos contaminación.
Me imagino una ciudad de torres que cuentan con plataformas de servicios mixtos (comercio, recreación, educación, etc.), donde no hay un ‘centro’ comercial definido sino una plataforma continúa a lo largo de toda una manzana. Que en su terraza cuente con espacios verdes para el ocio y la contemplación, que sirvan de filtro para las residencias u oficinas en los pisos superiores. Tal vez si viene al caso, como en las torres de Marco Fidel Suárez en Medellín, y en una menor medida, las Residencias Sabana en el centro de Bogotá.
El peatón cobrará importancia en el momento que todos los servicios estén a su alcance, y los horarios de usos queden abolidos. De tal forma que la ciudad realmente no duerma, y no existen momentos muertos durante 24 horas en una zona de la ciudad (fenómeno que es muy común en todas las ciudades). Se debe fomentar el uso intensivo del espacio urbano, fomentando la interactividad entre sus habitantes y reduciendo la entropía urbana de nuestras ciudades actuales.
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